And the worms ate into his brain

Venturoso

sábado, 27 de octubre de 2007


La incertidumbre te subrogaba, no podías evitar sentir deseos insaciables de cerrar los ojos y despertar fuera de ti, ¿Acaso no podías estar interrogándote retóricamente de la misma forma que lo hacía yo?

Velozmente avanzaba el reloj con un temeroso tictac y es que un retraso elegante podía alternar el orden de las cosas. Sin cuestionamientos me dirigí hacia la puerta, sin remordimientos arranqué un pétalo blanco de mi cuerpo y procuré mirar orillando los arbustos y lo que encerraba a la fortaleza, al parecer no habían rastros de resplandecientes toques del pasado, a decir verdad ya no existían. Tres, cuatro, giras, cinco, seis, resucitas y todo se paraliza. Las lagunas nunca dejaron de encantar.

Fueron callejas desconocidas aquellas recorridas diariamente, fue una dimensión desconocida estar recostada en aquella perspectiva; asimilaba un desierto florido y rebosante de opulentos entronques con visiones del inconsciente, se enmarañaban con la alegoría de mis metas.

Todo parecía nuevo, menos lo inconfundible, lo que te hace resaltar, y es que llegan a embaucarme de tan transparentes que son, tanta pureza, tanta realidad que en utopías eres más cabal. Y no he soñado porque me quemaste al tocarte, y no he mentido o al menos no he querido, y no he luchado porque tembloroso verso soy e indeleble y congruente impresión me persigue, pero en ti y en mi no existen las sonrisas excluyentes.

Arlequín

jueves, 18 de octubre de 2007

Encadenado a un falso sentimiento de melancolía te elevaste hasta desestabilizarlo. De par en par, eran 16 escalones perfectamente alfombrados, un azul elegante los revestía.
Escalaba y frenético balbuceaba palabras que la brizna parecía omitir en el mismo instante que las nubes se intercalaban con el sol disparándose un centelleo incontenible que iluminaba las pequeñas naves de colores que se estacionaban una tras otra, ordenadas, hasta formar un arsenal.

Anochece y con el frío comienzan a rechinar, tenebrosas, las estructuras metálicas. De pronto las estatuas parecen más frías de lo que son, con sus miradas inyectadas de mármol que cubre diáfanamente tu cuerpo te impulsaste deseoso de desfilar sobre la plataforma aun sabiendo que haya arriba no habría nadie.

Bienvenidad y despedidas repeticiones. Una lamentación y a emprender el viaje; buscaste varias salidas, salidas erradas, baratas, pero comprensibles. Surgiste, observaste y ahora ese azul elegante revestía también las paredes. Caminaste al rededor de 6 minutos y saliste a un valle plagado de prados desmelenados.

Allí te esperaba un cajón aterciopelado con inscripciones en su interior. Cronologías alteradas, vidas disipadas, todas aquellas cosas pertenecientes al pasado, sus cenizas compaginadas y estruendosos golpes se veían selladas prolijamente con una zigzageante cinta dorada que mandaba al olvido a todos tus delirios.

Itinerario

domingo, 7 de octubre de 2007

Proesas asaz valerosas le esperaron pacientemente en el rincón del porvenir, en aquel callejón lóbrego que esta tarde tuvo un superlativo grado de atracción espontánea. Sólo te extrañaba sobremanera la luminosidad de aquel lugar en ese preciso instante. Te acercaste, no era fácil para ti pisar aquellos prados nuevamente, viste una luz enajenante, miraste de soslayo en un juego de complicidad y con desidia proseguiste a retirarte.

Las celosías calleron impetuosas, suspicaces ante el aparente estallido se mostraban atribuladas por los movimientos insulsos que lograban entrever a través de la ingente vegetación que se extendía a lo largo del corredor de ensueño, que aunque paupérrimo amainaba de una forma inocua los comentarios vedados de los súbditos(...)

Anatema

lunes, 1 de octubre de 2007

Como una blasfemia majestuosa, el roble, robusto y fuerte proclamaba, solemne, su temple jerárquico. Estremecido el copuloso nido, quebrantaba la espera lacónica de un mancebo que a la luz de las múltiples y oníricas estrellas procuraba diseminar a partir del dobladillo imaginario de su al rededor fotografías hechas picadillo, cartas incineradas, rosas tan descoloridas, tan marchitas, tan descascaradas, despojadas de su olor, tan disgregadas de su esencia, lejos del idilio.

Una mirada miscible y misiva sugirió mitigar el nostálgico vestido propinado por una reciente labia para renunciar a próximas vivencias, Anatema amarga, despavorida corres Anatema, jovial recorres los blancos campos, luciérnagas indiscretas, flores vivaces y jubilosas caen las hojas en un vaivén armónico. Anatema allá vas, desgastada. somnolienta; Anatema te vas, arrancando del inestable suelo un retazo de papel, un desgarbado mensaje y un pétalo descolorido, e impregnado en él, el gris de la caja de cenizas, la caja de princesa, Anatema.