Odian ver la decadencia invernal
en sus árboles, jolgorios y atuendos primaverales.
Eran sus voces a punta de revolcones
Eran sus voces a punta de revolcones
en el fango de la pradera,
las que odiando, oían después de amar.
Las gotas de lluvia embellecen a la rosa
tras el cristal de hombres y mujeres desahuciados,
casi muertos por la estocada aciaga de la vejez.
Ya no son suficientes las páginas ilustradas.
Tienen que rasgarlas para no ver el tinte descarnado de un paisaje ensangrentado.